La leptospirosis en perros es una enfermedad bacteriana que puede ocasionarles graves consecuencias. Además, existe el riesgo adicional de ser contagiada a las personas. Te lo contamos todo sobre esta afección en este post.
¿Qué es la leptospirosis canina y cómo se produce?
El género de bacterias Leptospira en perros es el causante de esta enfermedad infecciosa que pueden atacar seriamente a distintas partes del organismo del animal. Es, además, una de las zoonosis más extendidas en nuestro planeta.
Existen distintas clases de leptospiras que provocan esta enfermedad. A las tradicionalmente conocidas se están uniendo otras de nueva aparición. La prevención y el rápido tratamiento son, en todo caso, determinantes.
Aunque hay una mayor tendencia a su presencia en zonas húmedas de climas templados, tropicales y subtropicales, el riesgo de contagio es siempre real. Estas bacterias son extremadamente resistentes; aguantan varios meses con capacidad para infectar.
Las vías de contagio son dos:
- Ingestión de la bacteria. Puede estar en la comida o ingerirse al lamer los sitios donde se encuentra.
- Penetración en el organismo. Ya sea a través de las mucosas —boca, nariz u ojos—, por heridas o por erosiones cutáneas.
Causas de la leptospirosis canina
Acabamos de ver cómo se contagia la leptospirosis en perros. La primera causa es el contacto con orina de los animales infectados. Sobre todo de perros, roedores, vacas, cerdos, caballos y otras especies, ya sean salvajes, domésticas o de granja.
Es frecuente que esta bacteria se encuentre en aguas dulces sucias por la orina de sus portadores. El contacto directo con ellas, o su consumo al beber u olisquear, son las causas de este contagio canino. Sin embargo, no hay indicios de que se pueda propagar directamente de persona a persona.
El problema de la leptospirosis es severo, porque llega a causas auténticos estragos en ciertos individuos infectados. Incluso aplicando el tratamiento para la leptospirosis en perros adecuado, existe riesgo de muerte.
En la práctica, las consecuencias y secuelas de esta enfermedad varían en función de tres factores:
- Serotipo de la bacteria. No todas ellas son iguales.
- Grado de agresividad.
- Estado sanitario previo del can.
Es más habitual este riesgo en los meses de verano e inicios del otoño, épocas más calurosas y húmedas. Una vez ingeridas, las bacterias se multiplican y se trasladan por el organismo a través de la sangre. Suelen llegar hasta los riñones, el hígado y otros órganos.
Síntomas de la leptospirosis canina
Una de las dificultades de estas infecciones es la falta de uniformidad en los síntomas, según cada tipo. A veces son muy leves, prácticamente inexistentes, mientras que otras son rápidos y múltiples.
En general, la forma clásica de su manifestación está muy estudiada. Estos son los síntomas de la leptospirosis en perros más frecuentes, asociados a casos menos graves y de evolución más lenta:
- Fiebre alta, que puede ir bajando con el tiempo.
- En otros casos se aprecia lo contrario: un descenso preocupante de la temperatura corporal.
- Vómitos y diarreas, a veces conteniendo sangre, así como gastroenteritis.
- Inapetencia y escasas ganas de comer.
- Orina de color más oscuro.
- Coloración amarillenta, como una suerte de ictericia derivada de su llegada hasta el hígado.
- Letargo, pasividad y somnolencia.
- Deshidratación evidente.
- Mucosas congestionadas.
- Dolores musculares.
- Encías sangrantes.
- Lesiones necróticas en la boca.
- Problemas renales, especialmente insuficiencia aguda.
- Abdomen doloroso al palparlo
- Potencial fallecimiento del animal.
En cuanto detectes dos o tres de estos síntomas en tu peludo, debes llevarlo inmediatamente al veterinario. La identificación precoz del problema permite aplicar cuanto antes alguno de los tratamientos y mejorar el diagnóstico.
Diagnóstico de la leptospirosis canina
La similitud con otros problemas de salud caninos dificulta el diagnóstico de la leptospirosis. Tras la correspondiente exploración completa, lo habitual es que el especialista recurra a pruebas diagnósticas específicas.
Estas son las más recurrentes:
- Observar muestras de orina a través de un microscopio. Es un método inicial, ya que a veces se pueden ver las leptospiras así. Sin embargo, no es totalmente fiable; siempre habrá de ir acompañado de otro sistema.
- Analizar la sangre para encontrar los anticuerpos que el organismo crea para combatir esta bacteria. En las fases iniciales, es el método más recomendable. En la hematología, suele apreciarse trombocitopenia, anemia y mayor cantidad de glóbulos blancos.
- Analizar la orina y efectuar análisis bioquímicos. En el primer caso, las pérdidas de glucosa sin hiperglucemia son habituales y secundarias a la tubulopatía ocasionada por el invasor. En la bioquímica, la presencia de creatinina, fosfatasa alcalina y aminotransferasas son indicadores de alarma.
Tratamiento para la leptospirosis canina
La leptospirosis en perros se cura, siempre y cuando se actúe a tiempo y se aplique el tratamiento adecuado. Por ello, debes mantenerte vigilante y recurrir a los veterinarios en cuanto detectes algunos síntomas de los que hemos explicado.
El plan de acción es doble:
- Tratamiento de la infección. Como se debe a bacterias, los antibióticos son eficaces.
- Tratamiento de soporte. Resulta clave ayudar a los órganos afectados a recuperarse y efectuar bien su función.
En concreto, las líneas de actuación son estas:
- Aplicación de fármacos antibióticos. Existen varias opciones que pueden combinarse o administrarse de modo individual, según los casos.
- Rehidratación continuada, poniendo especial cuidado en las correctas concentraciones de sales.
- Medicación para contrarrestar y evitar el daño extenso en los órganos del animal.
- Medicación para frenar los síntomas, sobre todo vómitos, diarreas y dolores.
- Extremar los cuidados para mantener al perro cómodo y aseado.
En paralelo, procede establecer medidas higiénicas extremas. Recuerda que esta enfermedad sí se contagia a las personas. Cuando un perro infectado se desenvuelve en un entorno poco higiénico, el contagio a los humanos se convierte en un riesgo real.
1. Antibióticos para combatir la infección
Como enfermedad bacteriana que es, la leptospirosis responde positivamente al tratamiento con antibióticos. Este es el motivo por el que un diagnóstico precoz es fundamental: las bacterias de Leptospira en perros pueden ser erradicadas con estos fármacos.
En concreto, se utilizan tres grandes categorías de antibióticos:
- Penicilina. Sobre todo, la amoxicilina-ácido clavulánico.
- Tetraciclina. En especial, la doxiciclina.
- Estreptomicina y eritromicina.
Lo más recomendable suele ser aplicar doxiciclina para eliminar la bacteria de los tejidos, o amoxicilina como alternativa. Se administran por vía oral, entre 20 y 30 miligramos por kilo cada 6 u 8 horas.
Cuando no es posible administrar fármacos oralmente, la ampicilina y la amoxicilina para uso intravenoso son las opciones. En el primer caso, 20 mg/kilo cada 6 horas; en el segundo, 22 mg/kilo cada 12 horas.
Para acabar con la condición de portador, se utiliza la doxiciclina. En concreto, 5 mg/kilo cada 12 horas o 10 mg/kilo cada 24 horas, durante dos o tres semanas.
2. Tratamiento sintomático para aliviar los síntomas
Por supuesto, el uso de otros medicamentos está supeditado a las alteraciones y afecciones orgánicas padecidas. Tanto es así que, en ciertos países de Europa, la diálisis se presenta como una decisión adecuada para combatir las insuficiencias renales ocasionadas.
El veterinario ha de realizar un seguimiento continuado del estado de salud del can afectado. A través de él, irá decidiendo qué otros fármacos debe ir tomando.
Otro ámbito de actuación importante es la alimentación. Uno de los síntomas de leptospirosis es la inapetencia. Sin embargo, su organismo está llevando a cabo una batalla a vida o muerte contra peligrosas bacterias. Así que necesita alimentarse bien, con calidad y en las cantidades apropiadas, elige una alimentación de perro de calidad.
Prevención de la leptospirosis canina
Existen diferentes medidas concretas que te conviene aplicar cuando existe riesgo de leptospirosis; incluso si no lo hay.
Son cuatro puntos esenciales para combatir su transmisión, recuérdalos y aplícalos en toda su extensión:
- Lleva regularmente a tu perro al veterinario y respeta su calendario de vacunaciones.
- Evita que contacte con orina o fluidos corporales de otros animales. En especial, si tienen en la piel raspaduras o cortes.
- Impide que nade, juegue o camine con agua estancada que pudiera incluir orina animal. Por supuesto, evita sobre todo que la trague.
- Ponle ropa y protectores óptimos en las inmediaciones de los posibles focos de contagio.
1. Vacunación para prevenir la enfermedad
El calendario anual de vacunaciones incluye las dosis para evitar la leptospirosis en perros. Es la principal medida de protección y prevención de esta enfermedad bacteriana, tanto en nuestros amigos perrunos como para frenar su transmisión a los humanos.
Se trata de la prevención más eficaz, pero no la única. El propio veterinario, en función de las características de cada ejemplar, ha de decidir el plan de vacunación idóneo.
No hay que olvidar, en este sentido, que la aparición de nuevos tipos de leptospirosis es preocupante. Por ello, van surgiendo nuevas variantes o evoluciones en las vacunas disponibles, para proteger también a los perros ante esas nuevas versiones.
Los cachorros suelen comenzar su programa de vacunación entre la sexta y la octava semana de vida. Sin embargo, la específica para este problema se administra entre las once y las trece semanas de existencia. Además, se le une una dosis para refuerzo tras quince o diecisiete semanas. Tras esta segunda inyección, se considerará vacunado.
Estas vacunas incluyen protección contra los agentes más importantes de esta enfermedad. No obstante, no evita al cien por cien tenerla. ¡Las nuevas cepas de Leptospira son inmunes a las vacunas hasta que estas las descubren e incorporan!
Lo correcto es mantener una vacunación anual que proteja ante las nuevas leptospiras existentes.
2. Controlar el ambiente y evitar la exposición a sustancias contaminantes
Mantener una higiene cuidada es esencial para impedir contagios adicionales. Luego hablaremos de evitar el contacto con otros animales infectados, pero no es solo eso. También hay que extremar las medidas de higiene aplicadas. Sobre todo, en lo relativo a las aguas estancadas: ¡pueden incluir la bacteria y ser muy perjudiciales!
Las aguas estancadas y los barrizales son focos preferentes de contagios, por lo que debes evitarlos e impedir que tu perro los visite. Además, recuerda que entre los 10 y los 35 °C son las mejores temperaturas para esta bacteria. Si está en tu mano hacerlo, evítalas en tus instalaciones.
Hemos mencionado cuáles son las causas principales de contagio, por lo que debes actuar en consecuencia. Sobre todo, elimina los líquidos presentes y no te canses de limpiarlos. El uso de rejillas y terreno inclinado es útil para impedir que haya charcos.
La higiene y la desratización, o el control de roedores, es otra de las líneas de actuación que debes contemplar. Estos animales son vectores de transmisión muy poderosos y difíciles de controlar, por lo que erradicarlos es el mejor plan de acción.
3. Evitar el contacto con animales infectados
La tercera línea de trabajo preventiva es fundamental: aislar a los animales afectados e impedir el contacto con ellos de los sanos. En la misma dirección de lo que acabamos de comentar sobre los roedores, hay que ser muy estrictos a este respecto.
Los animales enfermos de leptospirosis son portadores y, por ello, focos de transmisión y contagio. Sus secreciones, muy especialmente la orina, se convierten en bombas bacteriológicas generadoras de más casos.
Su gran potencial zoonótico exige, asimismo, máxima prudencia y control al tratar a estos animales enfermos y los fluidos contagiosos. El aislamiento, la precaución consciente y evitar esos contactos arriesgados forman parte de cualquier estrategia de prevención eficaz de la leptospirosis canina.
Conclusiones y recomendaciones finales sobre la leptospirosis canina
Esta enfermedad puede llegar a resultar letal, por lo que debe ser diagnosticada y tratada cuanto antes. Además, es una de las zoonosis más frecuentes y peligrosas: se puede contagiar a los humanos. Por todo ello, es necesario conocerla a fondo y adoptar medidas eficaces de prevención, control y tratamiento cuando procede.
La dificultad se acrecienta al pensar que es una bacteria con gran resistencia y capacidad reproductora. La ventaja es que puede ser tratada con antibióticos.
Otra vía de prevención importante, además de la limpieza y de evitar el contacto entre animales afectados, es la vacunación. Desde cachorro, tu perro debe recibir esta vacuna y, de este modo, estará más protegido. Sin embargo, considera que la bacteria muta y aparecen nuevas variantes desconocidas. Así, conviene seguir vacunando al perro anualmente para blindarlo ante ellas.
El tratamiento farmacológico para prevenir o tratar la leptospirosis en perros es fundamental para eliminar la bacteria y mejorar el estado y la funcionalidad de los órganos afectados. En este sentido, la alimentación se convierte en otro vector importante para fortalecer al animal. Es importante evitar pienso de perro y optar por soluciones más naturales como la comida Dogfy Diet.
Preguntas frecuentes
¿Cuál es la mejor prevención para la leptospirosis canina?
La leptospirosis en perros se cura, pero no siempre. Por otra parte, sus secuelas físicas pueden ser severas, mientras que el riesgo de contagio a humanos resulta real. Por todo ello, la prevención se convierte en la mejor alternativa para plantarle cara. En este sentido, la vacunación es la opción idónea. Los cachorros deben recibir dos dosis a partir de su sexta u octava semana de vida. Como las leptospiras evolucionan y aparecen nuevas cepas con cierta frecuencia, anualmente hay que poner a cada perro una vacuna. Es lo mejor para no tener que recurrir al tratamiento para la leptospirosis en perros.
¿Qué consecuencias pueden tener las complicaciones en leptospirosis?
Una vez que el perro se ha infectado, la bacteria utiliza la sangre para trasladarse a los distintos órganos. Así, suele llegar al hígado y el riñón, entre otros, donde acaba causando importantes problemas. La peligrosidad de la enfermedad varía en función de cada caso; pero los más graves pueden derivar en muerte en solo 48 horas. Por ello, es esencial llevar a tu perro a un veterinario en cuanto creas que muestra los primeros síntomas de la leptospirosis en perros.
¿Qué perros están más expuestos a la leptospirosis?
En general, las razas de perros rastreadores tienen un riesgo mayor por su tendencia a olisquear e investigar aguas estancadas para seguir el rastro. Además, los machos tienen más probabilidades de infectarse por Leptospira en perros que las hembras. Por supuesto, los que viven en zonas cálidas y húmedas, y cuantos conviven con otros animales sin demasiada higiene ni espacio, son más propensos.
¿Hay que tener más cuidado cuando el perro tiene heridas o mordeduras?
Efectivamente, la presencia en su cuerpo de lesiones sangrantes o en procesos de cicatrización alimenta las posibilidades de contagio. Estas heridas, moratones o mordeduras son ventanas abiertas para la entrada de la bacteria en su organismo. Dado que esta siempre ataca primero las mucosas, son zonas de debilidad evidente que es preciso proteger especialmente. ¡Ya sabes cómo se contagia la leptospirosis en perros!